Adiós Carpe Diem, Bienvenido Rewind Forward
En 2018, nos encontramos oficialmente atrapados entre el pasado y el futuro.
Un día empecé a leer un libro de autoayuda que me regaló un novio de la prepa. Recuerdo que decía que la felicidad era vivir en el presente: dejar de estar atado al pasado y evitar fantasear demasiado con el futuro. Una de esas frases que se te quedan grabadas. Probablemente porque en ese entonces me conflictuaba mi inclinación por rememorar y por planear…entonces, si dejaba de encontrar confort en mis recuerdos o fantasear con el porvenir ¿sería más feliz?
Muchos años después, observo que nuestra sociedad tiende a la nostalgia y la prospección de manera incluso necia. Vemos al pasado como si hubiera sido lo mejor (como el insight de la película “Midnight in Paris”) y estamos obsesionados con que lleguen por fin los coches voladores; sin darnos cuenta de que el presente tiene cosas mucho mejores y mucho peores que el pasado, y sin detenernos demasiado a pensar que ya vivimos rodeados de tecnología que corresponde a la ciencia ficción más inverosímil (un ejemplo son los gadgets que pronto se autodestruirán (ref 1).
Este año los filmes elegidos para el Oscar de mejor película son un reflejo interesante de nuestra inclinación por la nostalgia. En su amplia mayoría se trata de películas situadas en el pasado (Desde Darkest Hour y Dunkirk enmarcadas dentro de la Segunda Guerra Mundial, hasta la misma Lady Bird situada en 2002 o I, Tonya, situada en algún punto de los años 90). ¿A qué se debe? Me atrevo a pensar que algo tiene que ver la certeza que da entender a fondo el contexto en ese determinado punto en el tiempo. Me explico: Lady Bird ocurre justo un año después de la caída de las torres gemelas, justo cuando los norteamericanos experimentaban un reajuste emocional importantísimo; pero no es sino hasta hoy que nos damos cuenta de todo lo que estaba en juego en ese momento histórico y de cómo influyó en la vida de todos. Ni qué decir de la Segunda Guerra Mundial, un suceso que seguimos digiriendo en colectivo y del que no paramos de reflexionar a la distancia.
Y si miramos hacia delante, cada vez más contenidos audiovisuales tratan de abordar el futuro. Tenemos obsesión por dibujar un mundo donde los robots y la Inteligencia Artificial sea una realidad; como en Ex Machina, que no es sino un largo capítulo de la popular Black Mirror, serie que indaga en las consecuencias negativas de un “exceso tecnológico”. Tal vez entender estos posibles escenarios sea una manera de procesarlo y nos ayude a evitarlos.
El cine es un contenido cultural que dice muchísimo de nuestras expectativas, miedos y deseos como sociedad. ¿Será entonces que al situar las películas en el presente nos perdemos de un big picture más grande porque aún no podemos definir exactamente el contexto y las implicaciones de este preciso momento en la historia?
Piensen en muchas series exitosas como Lost o This is Us: plagados de flashforwards y flashbacks. Pareciera que situar historias en el pasado y en el futuro nos ayuda a entender mejor nuestro presente. Nos sentimos atraídos a ellas porque nos ayudan a entender quiénes somos, qué decisiones fueron buenas y malas, y también hacia dónde queremos y no queremos ir.
El storytelling de las marcas no es indiferente a la anacronía social que estamos atravesando. Tal vez por eso Volkswagen basa gran parte de su contenido digital en hablar de la historia o el aniversario del “Vocho”, la Combi y la Caribe, aunque con esto dejen de lado la promoción de sus nuevos lanzamientos. En el otro extremo, Santander ganó el Grand Prix de Cannes con un cortometraje muy a la Blade Runner original (ref 2). ¿Qué estrategia crees que sea más efectiva?
Pensando en lo que acabamos de exponer y en cómo actuar hoy… ¿qué tanto queremos estar anclados en el pasado y en qué medida queremos tener un pie en el futuro? Ver hacia atrás y analizar el contexto en el que nuestras acciones funcionaron o no funcionaron o detenernos a estudiar las implicaciones de hechos pasados definitivamente nos puede dar luz y ayudar a actuar de maneras más eficaces. Del mismo modo, proyectar nuestro porvenir (como ya lo hemos hablado en artículos como construcción de escenarios futuros) nos da una idea más clara de hacia dónde dirigirnos, pero sobre todo de qué cosas debemos evitar hoy para que eso ocurra como lo planeamos. Sírvase esto como una invitación a jugar con el pasado, el presente y el futuro para tener una perspectiva mucho más amplia e interesante de lo que buscamos para nuestras marcas y negocios.
Con todo esto, creo la “felicidad” es mucho más compleja que ese consejo simplista de “vivir en el presente” que encontré en ese libro de autoayuda. Hoy en día nuestra manera de percibir el tiempo es más compleja; pareciera que para vivir necesitamos tomar algo tanto del presente como del pasado y del futuro y responder así a la vertiginosidad en la que vivimos.
Referencias