Artículos - 22 Jul 2010

Baby Boomers mexicanas en Alaska

Estoy en éste momento en un Crucero, camino a Alaska, para celebrar junto a tres compañeras de colegio nuestros 60 años.

Después de haber estudiado desde la primaria con las monjas salesianas, nos graduamos y emprendimos por nuestra cuenta y riesgo la aventura de la adultez.

Los tiempos han cambiado en pocos años. Antes, con la universidad empezaban las responsabilidades y de inmediato se antojaba una vida de familia, hijos y trabajo. No siempre las mujeres elegíamos una profesión como algo importante. Lo primero: los hijos que empezaban a llegar sin darnos cuenta. Si daba tiempo, y si se podía, sin por eso abandonar nuestro rol principal, entonces podíamos optar por un trabajo de medio tiempo, por alguna tarea social, o por una actividad que resultaba con un tinte más de hobbie que de responsabilidad.

Por diferentes circunstancias, hoy las cuatro trabajamos y asumimos responsabilidades que en aquellos años nunca imaginamos. Ya sea por haberse hecho cargo de los padres, asumir la falta del marido para la educación y apoyo de los hijos, buscar independencia que se tradujera en la recuperación de una autoestima olvidada o por responder de una forma creativa y optimista a alguna desgracia o imprevisto, las cuatro nos encontramos activas y productivas.

Pendientes de los mensajes en la Blackberry, haciendo alguna llamada por Skype, o buscando internet en el bussines center para cerrar un negocio pendiente, concluimos en que somos unas Baby Boomers guerreras y sobrevivientes de muchas batallas. No negamos que quisiéramos tener más tiempo con los nietos, un marido que pagara todos nuestros caprichos y más tranquilidad para cuidar el jardín, leer novelas, cocinar pastelitos y tomar martinis con las amigas. Pero claro, sin dejar la independencia conseguida, la emoción de pequeños o grandes éxitos profesionales, o el poder salir de viaje y disfrutar de las amigas sin pedir permiso.

Que complicada etapa nos tocó vivir. Tenemos que hacer yoga, tomar vitaminas, asistir a cursos, controlar el azúcar, hacer aeróbicos y actualizarnos con la tecnología, cuando vimos que en nuestros tiempos, los viejos se volvían viejos a los 60. Se jubilaban, tenían canas, se llenaban de arrugas y se dedicaban a Estar.

Fuimos las que debimos ser mujeres dependientes y monas que cuidaran hijos y satisficieran maridos. Pero también las que quisimos un cambio político y social por el camino de la Paz y del Amor.

Las que vimos con asombro y regocijo la forma en que la píldora vino a lapidar historias de bastardos, rechazos e ignominia para dar paso a mujeres sensuales y cuentos más alegres. Las que decidieron tener hijos con una mente abierta y una visión más amplia. Las que tuvimos que ir contracorriente y encarar al qué dirán. Las que nos sentimos jóvenes y aún no claudicamos ante una vejez que vemos todavía lejana.

Para bien o mal, nos tocó desviar el camino a nuevos jóvenes. A las mujeres que ahora ya pueden elegir con libertad y menos culpas. Las tareas ahora son más compartidas, los roles más parejos, las decisiones menos dramáticas, la relación con Dios más cercana, la sociedad un poco menos fundamentalista.

No sabemos si las abuelas eran más felices, aunque estamos seguras que estaban menos cansadas. Lo que sí, es que estamos orgullosas y satisfechas. Nos vemos más tolerantes, libres y fortalecidas que a los 20.

Las amigas de la infancia son esa conversación pendiente que siempre quedó abierta y que se retoma en cualquier momento.

Que provoca risas, recuerdos, emociones y un volver libre, alegre, espontáneo y natural a la infancia.

Entre ligeros movimientos, espectaculares vistas, vientos helados y el acompañamiento de alguna que otra ballena, siguen las anécdotas, las historias y las comparaciones.

Como generación, los Baby Boomers en México no hemos dejado de lado los roles que pensamos que nos corresponderían a esta edad, especialmente la idea que nos formamos en la mente de lo que significaría ser abuelo. Claro, no pasamos con nuestros nietos todo lo que quisiéramos, pero sí lo suficiente como para abrirle a nuestros hijos e hijas oportunidades laborales.

El promedio de nietos en México es de seis, y la gran mayoría, el 73% de la generación, tiene nietos de 6 a 12 años.

Otro 65% tiene nietos muy pequeños, de menos de 5 años (los porcentajes superan al 100% porque un mismo abuelo puede tener un nieto recién nacido y otro de 12 años).

Lo importante es que, aún trabajando, el 49% de los Baby Boomers pasan más de 10 horas a la semana cuidándolos, ya sea que pasen por ellos a la escuela, les hagan de comer o los ayuden a hacer sus tareas. Cuando son más pequeños los cuidan constantemente en fines de semana para darle a sus padres un respiro.

Esto nos confronta con una tendencia: los abuelos multirol. Hasta ahora estábamos acostumbrados a pensar en que ésta era una característica especial de las mamás de hoy en día, pero también los abuelos y abuelas se han sumado al estilo de vida multitask: personas que no por trabajar, dejan de ser centro de familia, ni por tener sus propias familias dejan de ser proveedores de sus padres, o por ser proveedores dejan de ser abuelos pacientes.

Datos. Tendencias Grey Market 2010.

Escrito por: de la Riva Group

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