Artículos - 05 Jul 2017

Celebración: lo “fiestero” está en nuestro ADN

“Cualquier pretexto es bueno para interrumpir la marcha del tiempo y celebrar con festejos y ceremonias a hombres y acontecimientos”

-Octavio Paz

Por ahí dicen las abuelas con toda la sabiduría que han amasado gracias a sus años, que para “quien crea fama, es mejor echarse a dormir”. Como todos los refranes, que son en parte verdad inmemorial y en parte profecía, éste explica cómo los mexicanos vivimos entre una serie de asociaciones —más o menos ciertas— capaces de construir la reputación que nos persigue en el retrato mediático, o en las narraciones que los turistas comparten con sus pares.

Podemos debatir sobre la veracidad de muchos de estos “milagritos” que nos han colgado —para bien o para mal— pero, parece haber uno en particular del cual no es tan fácil zafarnos, en gran medida, porque guarda “algo” de verdad: el mexicanísimo gusto por la fiesta.

 A los mexicanos nos encanta la fiesta y lo decimos así porque es una verdad llana y simple: México es un país donde las celebraciones marcan nuestra historia individual y colectiva. Por ello no es una verdad inflada hablar de nuestro amor por celebrar. Sin embargo, lo que sí sería una simplificación grosera es asegurar que las celebraciones son producto de un gusto superficial y no resultado de nuestra cultura. En México celebrar es reafirmar conectar, unificar y, cómo no, sublimar tensiones. Se trata de una cuestión tan profunda que de hecho podemos rastrearla hasta el centro de nuestro ADN cultural.

¿No nos crees? Eso es porque te hace falta ver más bax eso es porque no estamos acostumbrados a ver la fiesta con lentes de profundidad aumentada. Pero en realidad, innumerables celebraciones tienen origen en la historia de nuestros pueblos y ciudades. Con la indeleble huella de la modernidad, estas celebraciones han ganado o mutado algunas de las características de su superficie, pero continúan manteniendo en el fondo una compleja red de significados que responden a una pregunta clave: ¿por qué celebramos? Para poder contestar esta pregunta, debemos saber que las fiestas son la oportunidad perfecta para conocer los deseos más profundos de los mexicanos tanto en una dimensión individual, como en una dimensión colectiva, pues éstas tienen 3 funciones principales:

  1. Refuerzan el orden social: las fiestas nos permiten consolidar relaciones sociales, al fortalecer lazos familiares o comunitarios.
  2. Generan identidad: pues nos hacen parte de una misma conciencia colectiva, donde aceptamos tradiciones y raíces.
  3. Nos transforman: al definir el tránsito de un estado social a otro, marcando los cambios que vienen dados con la edad o con procesos sociales.

En ese sentido, los mexicanos celebramos porque al final, las fiestas tienen una función de construcción que ayuda a dar sentido a la vida impactando en diferentes capas: empiezan por fomentar la cultura del ocio que rompe con el cotidiano; ayudan al intercambio de valores, ideas y sentimientos que favorecen la comunicación social; permiten la exaltación de estímulos positivos y terapéuticos, y finalmente cierran con la creación de lazos indispensables para la convivencia colectiva.

Tal vez sea por eso que la fama fiestera que nos hemos creado los mexicanos sea de las pocas que resultan realmente favorecedoras para la creación de nuestra identidad. Tal vez sea una fama con la que podamos irnos a dormir plácidamente, confiando en que dice más de nosotros, que miles de panfletos explicativos sobre quién es el mexicano. La fiesta es fama y radiografía y posiblemente la expresión más honesta de lo que somos.

Escrito por: de la Riva Group

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