Artículos - 19 May 2016

Guerrilleros conectados

Por: Gabriela de la Riva. Publicado en la revista Neo Abril 2015

Últimamente me ha tocado hacer varios viajes con mis nietos. Antes, en los aeropuertos aprovechaba para comprar la nueva crema facial y leer el libro o las revistas que no había tenido tiempo de ver en la semana. Hoy me toca custodiar Ipads, acompañar a chaparros urgidos al baño, comprarles dulces y refrescos a escondidas de sus estrictos y saludables papás, tratar de sonar cool (o por lo menos no demasiado demodé) al comentar los nuevos juegos, aparatos, películas, personajes o marcas de buena reputación para chavillos. Yo al subir al avión estoy exhausta; ellos se colocan los audífonos de lo más tranquilos, toman fotos, configuran el celular de la mamá, comparan sus nuevos juguetes, tratan de enseñarme cómo descargar una película y preparan sus libros para colorear.

Las nuevas generaciones nacieron habituadas a los cambios; al mundo plano, a los aviones, al movimiento invariable, a las actualizaciones continuas. Viven en 3D, piensan con varias pantallas a su alrededor y en la cabeza; conviven con sus amigos a la par que con la música, los juegos, las películas, las noticias, los chats, los selfies, los helados, los dulces, los regaños, los llantos y las risas.

Da la impresión de que pulularan en los trabajos, las universidades y el mundo como peces en el agua. Hoy más que nunca se hace evidente una nueva horizontalidad que consiste en estar conectados con muchos puntos al mismo tiempo, sin anclarse o profundizar demasiado para no perder soltura ni elasticidad. Lo de estos tiempos son las vivencias inmediatas, cortoplacistas, perecederas, superficiales, pero no por eso menos intensas, divertidas, novedosas y estimulantes.

Las conexiones de estos viajeros perennes son intergeneracionales, multidimensionales; cabe y se estila lo vintage, lo tecno, lo verde, lo literario, el ajedrez, la fotografía, la lotería, los Angry birds, la comida orgánica, la cascarita de futbol, la transmisión en vivo de la Champions League, el entrenador físico de papá, el nuevo restaurante japonés, el pastel después de la piñata,  los apapachos… ¡Todo al mismo tiempo!

De ninguna manera quiero sonar como los eternos críticos de las nuevas generaciones, quienes insisten en el mito de que cualquier tiempo pasado fue mejor. Tampoco actuar igual que mis abuelos cuando a nosotros nos veían como una generación rebelde, despeinada y sin valores. Es solo que me cuesta ocultar mi sorpresa y  fascinación por este nuevo tipo de sinapsis, sucediendo en los cerebros de niños y jóvenes, la cual renovará inevitablemente las formas de convivencia, de aprendizaje, de diversión, de compra y de intercambios a futuro.

Estos chicos a los que cualquier maestro de la vieja guardia diagnosticaría con un acentuado TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad), son los que—conforme crecen—se involucran y asumen responsabilidades respecto a la protección del medio ambiente, desconfían de las instituciones religiosas y políticas, son mucho menos egocéntricos que sus antecesores y detestan el bullshit, son optimistas e incluyentes. No lo digo yo, son muchos estudios realizados en distintas partes del mundo los que señalan esto. También que parecen seguir los pasos de los jóvenes “Y” que prefieren sacrificar sueldos jugosos para optar por trabajos en los que puedan divertirse, compartir y aprender. Que padecen con frecuencia el tan mencionado síndrome «FOMO» («Fear of Missing Out»), que el sería equivalente a no haber sido invitados al cumple del amigo mas popular de la clase, pero con los smartphones, el Instagram, Twitter, FB y chats en general, el miedo a perderse de algo se magnifica, les genera angustia y los hace odiar la idea de no estar conectados.

Estos simpáticos guerrilleros no se conforman con el acto pasivo de consumir series y películas, quieren su tajada de protagonismo; crean canales en YouTube y blogs especializados, su deseo de ser famosos—aunque sea unos minutos—los empuja a convertirse en sus propios agentes, asesores de relaciones públicas, fotógrafos y productores. Se photoshopean, editan, publican; mejoran su imagen para poder competir en las redes sociales con las estrellas de su generación: los aparentemente simpáticos, inteligentes, exitosos, felices y originales. (Uff, tampoco la tienen fácil).

Su amplitud de atención es breve; más que leer, escanean, arman e intuyen, lo que provoca que las respuestas que dan a sus padres, profesores o mayores con frecuencia parezcan superficiales. La memoria parece resultar menos importante (¡Por favor. Existe Google!). La inmediatez, los qués, el cómo, los cuántos y el dónde, cuentan más que los por qués.

Me da la impresión que éstos nuevos cerebros tienen una capacidad de conexión neuronal mucho mas sofisticada, o por lo menos diferente a la nuestra.  De que estamos frente a una especie de sinapsis en donde conectan y coinciden historias vivas que no otorgan el ritmo y el tiempo para que las generaciones anteriores logren  caer en cuenta. Pareciera que el cerebro límbico (emociones) o el cerebro reptil (instintos básicos) disfrutan hoy de un gran momento de gloria vs el tan reverenciado neocórtex o cerebro racional.

No sé si nos toque desentrañar este nuevo patrón de conexiones que se está dando entre esas 100,000 millones de neuronas, que habitan en todas esas cabecitas inquietas.  Lo que sí me queda claro es que si queremos entenderlos, seducirlos, convencerlos o simplemente acercarnos a ellos, debemos partir de que estamos ante unos niños y adolescentes que sienten, piensan (intuyen) y actúan diferente. Que los satisfacen otras cosas y que sueñan a su manera.

¿Los hará vulnerables o presa fácil de la manipulación la propensión a un pensamiento menos riguroso, que emplea muy poco el vocabulario abstracto como afirman algunos expertos? O por el contrario serán mucho más difíciles de convencer y habrán de ser ellos los que lleven la batuta de los cambios? Todavía es muy pronto para saberlo.

La pregunta que hoy nos toca responder es si los abuelos, papás, maestros, marcas, productos, servicios y gobiernos estamos preparados para encarar el nuevo reto.

El ayer es historia, el mañana es un misterio y el hoy es un obsequio…por eso se llama presente.
Kung Fu Panda

Escrito por: de la Riva Group

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