Peer groups en la contracultura en México
Cuando estudiamos la evolución del hombre desde una perspectiva biológica, antropológica y cultural, distinguimos que estamos diseñados para vivir a partir de afinidades que nacen desde la propia satisfacción de necesidades de supervivencia individual. El hombre primitivo se organizaba en tribus para afrontar las amenazas de su medio ambiente, aumentar sus posibilidades de defensa y reproducirse.
Un “peer group” o grupo de pares mantiene vínculos de tipo emocional, ideológico que pueden ir desde una relación circunstancial y momentánea para alcanzar y compartir un fin común, hasta el intercambio de ideas y apropiación de estilos que resaltan y los distinguen en el ámbito social. Sin embargo, lo que le da cuerpo a cualquier grupo de pares son los códigos culturales que pueden compartir. Dichos códigos son los que arman el vínculo de comunicación y de pertenecía al grupo.
En un estadio de fútbol, los colores que pintan la tribuna, la pasión por el equipo, el deseo imperante de triunfo son afinidades entre los miembros de una porra que incluso cantará y gritará al unísono como si los acuerdos se hubieran establecido previamente alrededor de su equipo favorito. Otro ejemplo de “peer group” pueden ser los expatriados de algún país que establecen vínculos fuera de su país de origen para mantener tradiciones, valores e idiosincrasias que facilitan la interrelación e intercambio de esfuerzos para un bien común e individual, así surgen en México las comunidades libanesas, chinas, argentinas o judías.
El grupo de pares siempre tendrá algo en común que no solo lo vincula, sino que le da sentido de pertenencia, así como un espacio de libertad y comprensión que en otros espacios quizá no tendrían. El grupo de pares se convierte en una forma de contención social, pues agrupa y vincula a personas que se entienden entre sí y que comparten una experiencia de vida.
Los grupos de pares forman una red compleja dentro de la sociedad, ya que un individuo se desarrolla y pertenece a varios al mismo tiempo, ya sea de forma consciente o inconsciente; obligada o libre, circunstancial o permanente, voluntaria o involuntariamente. Por ello, para entender a un grupo de pares, es importante empezar por identificar los símbolos y códigos primarios que los unen.
Los grupos de pares pueden perderse en la inmensidad de cualquier sociedad, estado o país e incluso vivir en el anonimato. Es aquí donde queremos focalizar a un tipo de “peer group” que por su significado e influencia en las tendencias de consumo y moda adquieren una especial atención de los investigadores de mercados de corte antropológico y cultural: los grupos de contracultura o también llamados “de oposición”, “alternativos” o simplemente diferentes. Estos se caracterizan por establecer códigos que rompen con el status quo predominante de la sociedad.
“La contracultura es una serie de movimientos y expresiones culturales, regularmente juveniles, colectivos que rebasan, rechazan, se marginan, se enfrentan o trascienden la cultura institucional. Y por la cultura institucional, se da a entender la cultura dominante, dirigida, heredada y con cambios para que nada cambie…” (José Agustín, 1996). Esta cultura predominante que menciona José Agustín se caracteriza, sin duda, por la restricción, el señalamiento y rechazo de todo aquello que es “diferente”, como una forma de conservar poder y control.
En el Estados Unidos de la posguerra se utilizó por primera vez el término contracultura como una forma de designar una rebeldía contra los llamados “hombres estables” integrados por ciudadanos mayores de 35 años, cuya mentalidad era conservadora y apegada a los designios del gobierno en turno. A este grupo de pares se le dio el nombre de hippies en los año 60´s, quienes se distinguieron por establecer códigos característicos e ideológicos: búsqueda de la paz a través de la tolerancia, libertad sexual, igualdad de género y raza, pero también se asociaban a consumo de drogas como una forma de “liberación”, “interiorización” u “oposición”.
Así mismo el despegue de la cultura “juvenil”, a través de la música y especialmente el rock and roll, dirigida desde los medios de comunicación hacia los jóvenes, dieron pie a que los jóvenes comenzaron un proceso continuo y permanente del mundo adulto. Y con ello, comenzaran a crear, reconocer y rediseñar símbolos, lenguaje, vestimenta, entre otros muchos elementos que pudieran compartir con otros iguales y distinguirlos de sus padres.
Durante los años 60´s y 70´s en México, los llamados grupos de contracultura eran manifestaciones que se oponían y marginaban del “sistema” operante de una época caracterizada por el autoritarismo gubernamental, la desigualdad social y la moral restrictiva operante desde las instituciones clericales y el conservadurismo familiar. En este sentido, o más bien, contra sentido, los grupos de oposición comenzaron a manifestarse desde un púlpito de discrepancia explícita, hasta una madriguera de aislamiento y desencanto por los sucesos sociales de la época. Por otra parte, la influencia cultural de otros países, las manifestaciones artísticas de “rompimiento”, el desarrollo de los niveles socioeconómicos de clase media en el ámbito universitario, entre otros factores, fueron tierra fértil para la génesis de grupos de contracultura entre los que destacaban “los pachucos”, “los rebeldes sin causa”, “los jipitecas”, los “existencialistas”, e incluso los “místicos” amantes del peyote y algunas otros alucinógenos.
En los años 80´s, la guerra fría y una visión caótica del futuro ilustrada por el cine, la literatura y otros medios se infiltraron en algunos grupos de jóvenes de EU, Inglaterra y otros países de Europa para dar paso a grupos de contracultura enclavados en el sub sistema, tales como “los punks”, “los dark” o “los skinheads”. A la postre algunos de estos grupos se reflejarían en México como una respuesta subterránea a la crisis económica de 1994.
Hoy los grupos de contracultura mantienen ramificaciones de todo tipo y hacia diversas tendencias. La globalización, el aumento de conciencia ecológica, la tecnología y el desarrollo de los medios de comunicación como el Internet, son fenómenos que agregan o disgregan la contracultura de cualquier país. En México, la diversidad y uniformidad de los grupos “alternativos” o de “oposición”, y que marcan tendencia es muy amplia.
Vivimos hoy en la era de lo multimediático, de la interactividad y de una carrera de información que ha evolucionado sus canales de comunicación, muchos ellos nacidos a partir de la necesidad de encontrar espacios que permitieran participar a estos grupos del espacio público. Esto ha ocasionado que hoy lo contracultural se convierta en lo masivo y que estar fuera del “mainstream o status quo” esté de moda. Hoy lo alternativo se ha empaquetado y etiquetado para su venta en los grandes almacenes. A partir de ello se crean nuevos grupos de identificación que luchan contra ello, sin embargo se lucha desde la trinchera de medios como la Internet que posibilita el acceso a los escenarios de la información, a cualquier persona con acceso a una computadora.
Basta con ver a los chicos “Emo’s” (de exagerada emotividad y aspecto reinventado entre lo dark y el punk) publicando fotos con su aspecto nostálgico y triste en sus blogs. Sus referencias culturales y el contexto histórico no solo los hace un “peer group” nuevo y con características especiales, sino que también nos da referencias de cómo es percibida la adolescencia hoy en día.