Repensando la cultura popular: ¿Por qué Luis Miguel nos gusta a todos?
Desde hace unos meses las reuniones familiares transcurren de manera habitual, con los típicos silencios incómodos…hasta que a un valiente se le ocurre decir “¿Y qué tal el último capítulo de LuisMi? Basta con eso para que el tono se vuelva más armonioso. Todos queriendo compartir su punto de vista, hablando de memes, elucubrando qué pasará en el siguiente capítulo. Hablar de Luis Miguel es como hablar del clima, porque nos pasa a todos.
Luis Miguel se ha convertido en una especie de pegamento para una sociedad mexicana medio quebrada por las elecciones y mil temas más. Llegó en el momento en el que más necesitábamos un punto en común. Pensémoslo bien…hay pocas cosas que nos hagan conectar a las abuelas, las tías, los taxistas, tu jefe, la señora que ayuda en tu casa, tu mamá, tus amigos.
¿Qué hace que Luis Miguel esté siendo un fenómeno?
Tiene algo para todos. Hoy en día las diferencias generacionales son cada vez más fuertes; no tenemos referentes que nos hablen a todos por igual. La tecnología ha convertido el gap generacional en prácticamente un abismo entre jóvenes y viejos. Nos mueven cosas distintas, los valores cambian excesivamente, pero con LuisMi parece ser diferente. Nos guste o no, todos nos identificamos desde lugares distintos; todos tenemos una historia con su vida, sus canciones. Sus significados son complejos: es el novio que siempre quisimos tener; es el talentoso que siempre admiramos y envidiamos, es el que nos ha acompañado a llevarle serenata a nuestras novias.
Su humanidad nos une. Tiene un lado internacional, cosmopolita; pero al mismo tiempo se define como mexicano y lo defiende vinculándose con el mariachi. Siempre ha sido de un nivel socioeconómico superior, pero también está atormentado con problemas familiares como cualquiera. Por años fue innovador, pero también se asentó en lo tradicional. Es hard-worker y súper exigente consigo mismo pero al mismo tiempo llegó a un lugar “cómodo” a hacer lo mismo de siempre. Es carismático, encantador y al mismo tiempo insufrible. Es aspiracional porque siempre ha parecido inalcanzable, pero al mismo tiempo pareciera ser un miembro más de nuestra familia y nuestra historia personal. Como nosotros mismos, no lo ha hecho todo bien, pero tampoco lo ha hecho todo mal. Finalmente, la serie lo desmitifica y lo coloca en un lugar en donde podemos apreciar los contrastes, lo multidimensional, lo humano. En el papel, pareciera que una persona no puede ser todo al mismo tiempo, pero la serie nos habla de que siempre existe un lado B, una versión alternativa de lo que siempre creímos que podíamos ser. La serie refleja perfectamente lo humano, sin preocuparse por el qué dirán. Exponiéndolo y al mismo tiempo quedándose al margen de la polémica.
Une lo tradicional y lo sofisticado. Los humanos tendemos a encasillar, a calificar las cosas de buenas o malas y delimitar nuestros gustos dentro de una cajita muy estrecha. Ya sea para ser aceptados o porque realmente aprendimos a disfrutar las cosas así: si te gusta el reaggeton no te puede gustar el pop. Luis Miguel viene a romper esas limitantes. En su libro Cultura Mainstream: cómo se crean los fenómenos de masas, Frederic Martel habla de que lo mainstream logra “desaparecer las barreras entre la cultura aristocrática de origen europeo y el entretenimiento popular (alta/baja cultura)”. Luis Miguel es un símbolo de elegancia (tiene estilo, clase y un background “mirrey”) pero también pone sobre la mesa boleros, mariachi, temas propios del folklore mexicano.
Nos hace salir del closet. Aunque hayamos fingido o callado por muchos años, hoy la popularidad de la serie nos habilita para dejarnos ir y entregarnos a cantar sus canciones a todo pulmón en el coche; a chismear sin parar como si fuéramos periodistas de espectáculos. La aprobación generalizada hace que poco a poco ese deseo muy humano de hablar, criticar, cantar, gozar, se viva sin tapujos. Al ser aceptado por todos, tenemos menos miedo de ser juzgados. Nos dejamos llevar y compartimos nuestra pasión (Otro día les hablamos de Asch, un psicólogo social que en los 50 hizo muchos experimentos que demostraban que los seres humanos terminamos por “conformarnos” y ceder cuando los demás parecen estar de acuerdo en algo, aunque nosotros no terminemos por concordar).
Luis Miguel viene a hacernos repensar el concepto de lo popular, de lo mainstream. No la acepción de popular relacionada con el vínculo a clases bajas, sino aquella que dice que lo popular pertenece al grupo mayoritario. En un país con poderosísimas desigualdades sociales, LuisMi es cultura pop porque tiene algo para todos, toca fibras humanas, no se reduce a ser clasificado a algo concreto y nos invita a quitarnos tapujos para estar de acuerdo en algo.
Al final, “El Sol” es una figura tan icónica que termina por ser una de las mejores marcas personales de México y lleva con orgullo el nombre de este país. Es por demás interesante repensar esto y reflexionar qué características tendría que tener algo que busquemos que sea aceptado por todos, incluso en ambientes tan polarizados. Me pregunto si esto ocurre también en otros países con éste u otros referentes. Amigos españoles, colombianos, argentinos… ¿algún comentario?